Francisco Alberto Teixeira Dutra Phenee Silva
En las vacaciones de invierno de 1976, tres compañeros de la escuela de ingeniería, Leno, Jujo y yo decidimos realizar un viaje internacional y conocer a Argentina y a Chile.
Planeamos el viaje, consultamos a un chileno que estudiaba con nosotros, conocimos las rutas para cruzar a los Andes y creíamos que estábamos listos para empezar nuestra aventura.
Nuestro destino era llegar hasta el Oceano Pacífico y la ruta elegida era por el norte de Argentina. Llegaríamos a la ciudad de Salta y por ahí cruzaríamos los Andes hasta llegar a Antofagasta en Chile.
Cuando estábamos empezando los preparativos, tuvimos un tremendo golpe en nuestros planes, pues, en Argentina, los militares liderados por el general Vidella depuso a Isabelita Perón y la situación política se quedó muy complicada para que pudiésemos disfrutar nuestras vacaciones con tranquilidad. Pasando al largo de todo el problema político, seguimos estudiando las consecuencias de un viaje en estas condiciones y decidimos realizarla así mismo, como no hubo contestación de nuestros padres, para nuestra sorte y felicidad, la aventura se hizo realidad.
El primer tramo fue realizado en ferrocarril hasta la ciudad de Maringá, ubicada al norte de la província de Paraná.
Allí buscamos ayuda en el colégio Marista, pues, Jujo estudió en un colégio de esta misma congregación en São Paulo y conocía el nombre de un cura que nos cedió una habitación muy confortable, ya que los huéspedes habituales, o sea, los estudiantes del colégio, también estaban en vacaciones y probablemente en sus ciudades de origen.
Salimos temprano por la mañana en omnibus y nos marchamos hacia Foz
de Iguacu, adonde buscamos abrigo en una iglesia, manteniendo nuestra idea de
siempre gastar poco con hospedaje, puesto que teníamos dinero suficiente
para un hospedaje sencillo y buscávamos ahorrar al máximo que
pudiésemos, pues el viaje seria largo, como más o menos cuarenta
días y no sabíamos lo que venía por delante, pero, diferente
de la primera tentativa de Maringá, no tuvimos suerte ya que fomos expulsados
de la iglesia por el cura que no fue nada amable ni tampoco simpático
con nosotros y tuvimos que dormir en un balcón cedido por el dueño
de un bar adonde cenamos. No será necessario decir que la noche fue muy
mala ya que hizo un frío horible y nosotros solamente teníamos
sacos de dormir y por supuesto no fueron suficientes
para abrigarnos del frío.
De Foz de Iguacu cruzamos la frontera con Paraguay y nos marchamos a la capital Asunción. Cuando llegamos buscamos la direción de una tía de mí madre que allí vivía y para mí total sorpresa quién abrió la puerta y nos recibió fue mí tío Carlito, hermano de mí madre, que estaba allí con mí tía y mís primos, también de vacaciones. Eso fue muy interessante para nosotros, ya que mí tío estaba con su coche y así pudimos conocer rapidamente todos los atractivos turísticos de la ciudad y que en mí modesta opinión no son muchos.
Como el recorrido hasta el Pacífico era muy largo, salimos pronto de
Asunción y nuestra próxima etapa del viaje seria cruzar el norte
de Argentina.
Fuimos para la ciudad argentina de Corrientes, ubicada muy cerca de Asunción
y como llegamos por la tarde, primeramente buscamos un local para que pudiésemos
dormir y por suerte en la primera opción que intentamos obtuvimos exito,
o sea, en la terminal de omnibus de largo recorrido, donde el responsable nos
dijo que podríamos dormir en la sala de espera de las mujeres, desde
que saliésemos temprano, antes de la llegada de las señoras.
Después de la tranquilidad de la habitación reservada, salimos
por la noche y conocimos a un señor en un bar, que supo que éramos
brasileños y se quedó charlando con nosotros, nos dijo que su
mujer era brasileña de Paraná, habló mucho sobre diversos
temas y nos invitó a que durmiésemos en su casa, pues su mujer
estaba viajando. Como mís dos amigos se interesaron y aceptaron la oferta,
no tuve duda ninguna y les dije: "Está bién, por la mañana
nos encontraremos nuevamente, pues voy a dormir en la terminal, ya que no hay
necesidad ninguna en ariesgarnos a dormir en la casa de un desconocido, pues
estamos viajando y seguramente ese tipo sabe que tenemos dinero y me parece
peligroso aceptar esa invitación, además, ya tenemos un local
tranquilo y seguro debidamente acordado".
No hay ninguna duda que los tres quedaron en la terminal.
De Corrientes nuestra próxima parada seria Salta, a los piés de la cordillera y en el viaje cruzando todo el norte de Argentina pudimos observar que la vegetación era árida y casi desértica.
Hablando del viaje , tomamos un omnibus y al salir de la ciudad nos deparamos con las barreras policiales, que de ahí por delante en todas salidas y llegadas de las ciudades argentinas nos solicitarían nuestra documentación y siempre para aclarar nuestras intenciones teníamos que decirles que estabámos de vacaciones y que éramos estudiantes de ingeniería en Brasil.
Hubo un hecho que fue característico de nuestra poca experiéncia como turistas, o sea, es que no habíamos cambiado los dólares que llevavámos, pensando que podríamos cambiarlos en qualquier sítio y tuvimos que pasar todo el viaje sin poder comer o beber nada, pues en el norte de Argentina, en el lejano 1976, no era fácil que uno tuviese interés en cambiar la moneda norteamericana, pero com mucha hambre y sed llegamos a Salta.
Llegamos a Salta y como siempre fuimos enseguida buscar nuestro alojamiento y lo encontramos con facilidad, era un hotel simple y que nos pareció adecuado, pero, cuando estabámos acomodándonos en la habitación, hubo una visita sorpresa y no era ni mas ni menos que la policía, que estaba observándonos desde que llegamos a la terminal, como ya estabámos acostumbrados, siempre el mismo discurso " documentación..., brasileños..., estudiantes..., vacaciones.., buscando conocer chicas guapas...etc", como no tuvimos problema, esperamos la policía marcharse y luego salimos a cenar.
La cena fue muy extraña, pues debido a la enorme hambre que estaba destrozando nuestros estómagos, nos preparamos para comer muchísimo, pedimos una ayuda al mozo, ya que no conocíamos nada de la comida argentina, entoces él nos discribió un plato que pensábamos que contenía carne y que era muy rico, lo pedimos y después de una larga espera, la comida que llegó fue una sencilla sopa.
Certamente no era lo que buscávamos, de forma que tuvimos nuestra primera dificultad con la lengua española. Después de la cena fuimos a conocer la estación de ferrocarril, de donde pensábamos que partiríamos a Chile y nos pareció que estaba abandonada, después supimos que debido a la cantidad de nieve en la cordillera, el paso estaba cerrado y nuestro blanco, o sea, llegar al Pacifico, debería ser alcanzado por otro camino.
Volviendo al centro de la ciudad sucedió el hecho más peligroso de todo el viaje, primero paramos en un bar, tomamos unas copas de vino, después preguntamos acerca de las opciones que pudiesen solucionar el problema del paso cerrado y cuando volvíamos al hotel, por pura distración pasamos por un boulevard en que estaba prohibido el transito de peatones, puesto que era el boulevard de un cuartel del ejército y sin que supiésemos de donde salieron, de repente, estaban dos soldados en frente a nosotros, con metralladoras apuntadas hacia nuestra direcció. En esta situación, o sea, en la mira de los soldados, estuvimos por más o menos diez minutos sin saber lo que sucedía, entonces llegó un Falcon negro de donde bajó un señor gordo, calvo, con la cara redonda, con aparencia de ser una autoridad, usando una camisa de manga corta, luego preguntó a los soldados lo que estaba sucediendo y dirigiéndose a nosotros con la voz firme y con mucha energia nos dijo: "hay que tomar cuidado, la situación en Argentina es muy mala y hay que tener atención en todas las restricciones impuestas, para que tengan un viaje tranquilo" y con esta palabras ordenó a los soldados que nos liberasen. Después de este hecho supimos que en Argentina, para que pudiesen hacer una distinción entre personas normales y los terroristas, los hombres no podían estudiar o trabajar si llevasen barba y pelo largo y nosotros estábamos claramente con las características no recomendables para la época, además de la barba y del pelo largo yo usaba un pantalón verde y botas del ejercito brasileño, para completar un gorro que solamente dejaba mís ojos afuera. Ese fue probablemente el motivo de las várias veces que nos pidieron la documentación. Volviendo a nuestro viaje, como el paso estaba cerrado la alternativa era cruzar la cordillera por Mendoza y para el sur nos marchamos.
Para salir de Salta buscamos en una estación de servicios alguién que fuese al sur, para que nos llevasen juntos, por surte logramos exito en una camioneta, que por fortuna seguiría hasta Mendoza, que era nuestro destino.
El dueño del coche y uno de nosotros, me parece Leno, no me acuerdo bién, fueron en la cabina y el otro, me parece Jujo y seguramente yo, fuimos en la parte descobierta del vehículo. El viaje fue tranquilo y me pareció que en aquella región de Argentina era permitido, o por lo menos no era un ílicito tan grave, mascar la coca, puesto que el conductor tenía una cantidad razonable de coca y la mascó en todo el viaje, inclusive nos la ofreció y como no estabámos acostumbrados a utilizarla, educadamente no la aceptamos.
Llegamos a Mendoza y nos quedamos en un hotel en frente a la terminal de omnibus y salimos a conocer la ciudad que es muy hermosa, tiene varios paseos donde hay bares con mucha movida, con buenos vinos y con mujeres lindas. En un de eses recorridos por la ciudad, nuevamente encontramos con mi tío Carlito y pudimos reconocerlo pues tenía un coche amarillo, que estaba aparcado en el centro de la ciudad, así es que pusimosun billete en el vidrio y marcamos una cita para que yo pudiése ver nuevamente mis familiares y también cambiar informaciones acerca del viaje.
Nos quedamos en la ciudad dos días y salimos a buscar las informaciones acerca de los horarios y los días de la semana en que se podría hacer el cruce de los Andes. Supimos que las salidas eran por la mañana muy temprano y el motivo principal es que el cruce era muy difícil, puesto que estábamos en invierno y las condiciones de la ruta probablelmente no eran buenas, debido a la intensa precipitación de nieve.
Sabíamos también que no habría necesidad para comprar los boletos con antecipación, pues el omnibus estaba casi vacío y fuimos a la terminal con la clara intención de marcharmos hacia Santiago, pero, cuando estabámos esperando el momento ideal para comprar los boletos, Jujo nos dijo que necesitaba comprar alguna cosa y se marchó al lado comercial de la ciudad y nosotros nos quedamos en la terminal, lo que sucedió es que Jujo se retrasó y el omnibus se marchó y como no podríamos marcharnos sin él, nos quedamos.
Cuando Jujo volvió claramente pudo notar que nuestra cara no era de buenos amigos y él con la voz tranquila y serena prontamente nos dijo "no se pongan nerviosos conmigo, puesto que conocí una chica llamada Nancy y nosotros viajaremos con su familia". Esa fue la mejor cosa que nos sucedió, entonces empezamos a cruzar los Andes con una família encantadora, alegre y maravillosa.
Salimos de Mendoza con la família de Don Pedro Cortés, un jubilado
de la armada chilena. En la cabina estaban el própio D. Pedro manejando
el vehículo, su mujer Doña Lídia y su joven hijo Danilo,
en la parte cubierta estaban tía Olga, hermana de Doña Lídia,
Nancy, la hija de la pareja y
nosotros tres.
Teníamos la clara intención de llegar a Chile en el mismo día, pero las condiciones de la carretera estaban muy deplorables debido a la nieve, así el viaje se tornó una aventura increíble. Luego después de empezar a subir paramos para poner cadenas en los neumáticos, pues el suelo estaba muy resbaladizo. En esta ocasión tuvimos nuestro primer contacto con la nieve y seguramente volvimos muchos años en nuestra edad, tornandonos como niños, jugando con la nieve. En esta parada aprovechamos para comer algo, ofrecido por la família Cortés. Después de la comida Doña Lídia nos pidió que lavásemos los platos, los tenedores y los cuchilos, bajamos algunos metros donde había un río, luego tuvimos la increíble certeza de cuán es fría el água de los ríos andinos.
Una cosa interesante que la tía Olga nos enseñó luego que volvimos al coche fue que "después que caminas por la nieve y vuelves a un sítio más caliente, debes sacarte tus zapatos o botas, pues así mantienes tu cuerpo con una temperatura agradable, sino, tu temperatura corporal bajará mucho".
Reanudamos el viaje subiendo hasta que llegamos a un pueblito llamado Las Cuevas, donde había un tunel que cruzaba la frontera, como llegamos después de las cinco de la tarde, el paso estaba cerrado, tuvimos que dormir allí y seguir adelante por la mañana. La família se hospedó en el hotel y nosotros, los mendigos de Brasil, dormimos en el coche. Para que no tuviésemos muchos problemas en la noche, que seguramente sería muy fría, pusimos abajo de los nuestros sacos de dormir pedazos de cartón y así pasamos la noche. Nos dijeron después que la temperatura llegó a veinte grados bajo cero, así mismo no tuvimos ningun problema y probamos que teníamos fibra suficiente para superar los problemas que surgiesen.
Por la mañana cruzamos el tunel y cuando estábamos bajando la cordillera, vimos caminando por la nieve un amigo de la Universidad llamado Cláudio, le contamos a Don Pedro que él era nuestro conocido y él prontamente lo invitó a seguir con nosotros.
Algunas horas después llegamos a Quilpué, un pueblo muy cerca de Viña de Mar, luego nosotros cuatro nos hospedamos en la casa de los Cortés.
Así que llegamos a casa de Don Pedro, dos fueron instalados en la propia casa y dos en una casita afuera de la casa principal. Yo seguro fui un de los que fueron instalados en la casita.
Lo más interesante de ese nuestro hospedaje en una casa de chilenos, es que, desde que salimos de Brasil, siempre tuvimos contacto solamente con personas involucradas con temas comerciales, o sea, con trabajadores de hostales, de tiendas, de bares, de bolleterías de terminales etc, luego en esa ocasión estabámos en estrecho contacto con una família, con raíces totalmente distintas de las nuestras, en todos los diversos temas posibles, tales como, política, religión, clima, educación, cultura, história etc.
Eso quedó claro en nuestros primeros diálogos, además, para que fuese concretada toda la diversidad entre nuestras vidas, Chile estaba sob rigorosa dictadura militar, así como en Brasil y Argentina, entretanto, las condiciones allí eran más peligrosas, sangrientas y violentas, visto que había una restricción a la libertad de transitar por las calles después de las 23 horas. Debido a esa restrición las famílias se quedaban hablando y comiendo hasta altas horas de la madrugada y como estábamos hospedados en su casa , los chilenos querían que conociésemos algunos platos típicos de Chile, entonces tuvimos el primer contacto con las famosas enpanadas, que realmente eran muy ricas y sabrosas, pero eran también muy calientes, na medida en que en la primera mordida la boca sintió que se debe comerla con muchísimo cuidado, sob pena de no olvidarla jamás.
Por la mañana salimos con Don Pedro para conocer Viña del Mar y cuando vimos por primera vez el Oceano Pacífico, hicimos una fiesta particular entre nosotros cuatro, pues era nuestra meta llegar hasta el otro lado del continente y habíamos cumplido nuestro propósito, por esa actitud, nuestro anfitrión nos bromeó y cuando volvimos a su casa habló sonriendo para su mujer e hijos el encanto nuestro por ver el Pacífico.
Después de varios días muy agradables con esa família, partimos hacía Santiago, pero antes de la partida Don Pedro, que era muy religioso, nos invitó a compartir una cerimónia religiosa en la iglesia que frecuentaba y allí todos rezaron para que nuestra vuelta a Brasil fuese tranquila y con plena seguridad.
Así que llegamos a Santiago, Claudio buscó la dirección de su amiga y fuimos todos invitados a quedarnos en su casa. Ella vivía en un barrio lejano llamado Cerrillos, en el que habían basicamente casas populares y muy chicas, allí también estaba ubicado el aeropuerto militar. La família era enorme, compuesta por la pareja dueña de la casa, sus dos hijos, por Teresa, hermana del propietario de la casa y por una jóven muy guapa, de la cual no recuerdo parentesco.
De la misma forma que en Quilpué, nos quedábamos muchas horas
hablando acerca de diversos temas en la cena. En una ocasión hubo un
hecho interesante, lo que sucedió fue que en Chile y creo que en otros
países hispanos también, la palta es parte de la ensalada y por
supuesto se prepara con sal, sin embargo, en Brasil la comemos con azucar, luego
de que hablamos con ellos sobre esa diferencia se quedaron sorprendidos, entonces,
les hicimos un desafío: "llamemos a los niños, les damos
la palta con azucar y veremos como reaccionan, así fue que confirmamos
que a ellos le gustó la palta dulce".
Como estábamos en Santiago a menos de tres años después
del golpe militar y como yo tuve mucho interés en el tema, supe, en vivo
por la rádio, vários detalles de lo ocurrido, me quedé
conmovido al ver con mis própios ojos toda la destruicción que
había visto en fotografías o en imágenes por la televisión,
además, sabía que los periodistas que enviaban las informaciones
estaban ubicados en el Hotel Sheraton y por mi sugerencia fuimos a conocerlo.
Allí nuestro viaje, una vez mas, estuvo delante de un hecho increíble e inolvidable.
Detallando ese hecho, les digo que Cruzeiro de Brasil y River Plate de Argentina harían en Santiago el tercer partido que decidiría la Libertadores y como el equipo de Cruzeiro estaba hospedado en el Sheraton, en nuestra visita al hotel conocimos al portero Raul Plasmann, muy conocido en Brasil, les pedimos que nos llevasen en el ominbus del equipo, ya que no teníamos dinero para comprar los boletos, entonces, él nos dijo que le preguntaría al entrenador y si no hubiese ningun problema, iríamos con ellos. Como lo acordamos, el día seguiente estuvimos en el hotel y marchamos con la delegación en el omnibus. Cuando llegamos al conocido y siniestro Estádio Nacional, entramos cargando los materiales deportivos de los jugadores, para que pensasen que éramos realmente ayudantes del equipo.
Lo interesante de ese hecho fue que en nuestro país, nunca tuvimos la oportunidad de hacer nada parecido, fue muy diferente de todos los partidos que vimos en Brasil.
Después de casí cuarenta días viajando, tuvimos que empezar a volver rapido, visto que las clases se reanudarían en pocos días. Para reducir el tiempo de la vuelta cruzamos nuevamente los Andes, fuimos derecho de Mendoza a Buenos Aires, donde nos quedamos solamente para descansar y de allí seguimos otro largo viaje con destino a Sao Paulo.
Concluyendo el relato de nuestro viaje, es necesário decir que el princípio básico del texto fue describir hechos interesantes y en ningun momento hablar de los tradicionales puntos turísticos.
Lo inovidable de nuestro primer viaje fue el contacto con otra lengua, otra cultura, otras costumbres etc. Lo peligroso fue hacerlo con relativa tranquilidad en plenas dictaduras argentina y chilena.
Índice da Argentina
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