Francisco Alberto T. Dutra P. Silva
La idea y los preparativos del viaje
Ese viaje fue realizado por tres amigos de la escuela de ingeniería, Jujo, Fred y Beto, quién será el que la hará su descripción.
Hay que observarse que nuestra amistad lleva más de 40 años y que eso fue fundamental para que todo el recorrido, de más de 20 días, no tuviese ningún problema.
La idea ha empezado cuando hablé con Jujo que me gustaría conocer a Cuba y él me contestó que, a pesar de ya haberla visitado, a él le interesaría volver y conocer a otras ciudades de la isla.
Acordamos las fechas de nuestras vacaciones y empezamos los preparativos, cuando por suerte Jujo supo por una amiga que había una posibilidad de que pudiésemos comprar billetes aéreos por un precio muy bajo.
Como Fred tiene un hijo, André, que vive en la Ciudad de Panamá y el vuelo sería con una empresa panameña, le llamé y le informé para que también pudiese aprovechar el precio bajo y fuese visitar su hijo, juntamente com Margareth, su mujer.
Para nuestra agradable sorpresa, Fred acordó con Margareth y decidió ir con nosotros a Cuba, o que para mí y para Jujo nos trajo una enorme felicidad, pues él es una persona increíble.
Después que compramos los billetes empezamos con los preparativos y sucedió una cosa interesante, pues Fred se encargó de más o menos 60% de los detalles, tales como; buscar las habitaciones, alquillar el coche y contratar el táxi que nos buscaría en el aeropuerto , encuanto que yo le ayudé en eses tópicos en más o menos 35%.
Jujo no tuvo ganas en buscar ninguna información que pudiese ayudarnos, pero como ya había estado en la Habana, ha hecho los otros 5%, entre tanto, hizo la cosa más importante que era vetar los locales que Fred y yo elegíamos y que a nosotros nos parecía bién, siendo que, al llegar a la Habana supimos que Jujo tenía plena razón.
El viaje hacia a la Ciudad de Panamá
Como dos de nosotros, Jujo y Fred, vivían en el conurbano del Rio de Janeiro, decidimos que el viaje empezaría por esa ciudad, así es que me hospedé en la casa de Fred, pues Jujo, a pesar de que me pareció un cierto exagero, tenía una cita en una fiesta justamente en la noche anterior al viaje.
En el día del viaje, Margareth nos llevó al aeropuerto y todo estaba caminando muy bién cuando recibimos una llamada de Jujo diciéndonos que no podría comparecer pues había tenido un problema, pero, en pocos minutos supimos que era una broma, ya que él surgió sonriendo por la puerta del aeropuerto junto con Laura, que lo había llevado al aeropuerto.
El viaje fue tranquilo y cuando llegamos al Panamá, André nos buscó en el aeropuerto y durante el recorrido hasta tu departamento empezó a mostrarnos la ciudad.
Al llegar al departamento, encuanto tomábamos diversas cervezas, comentamos con él vários temas acerca de la ciudad y de su trabajo, siendo que, otro tema que dominó muchísimo nuestra conversación fue acerca de nuestros gustos musicales.
Por la noche fuimos a cenar en el Casco Viejo, que juntamente con el canal son las dos cosas mas interesantes en términos turísticos.
Al amanecer visitamos las esclusas del canal y André nos llevó al aeropuerto para que hiciésemos el último tramo hasta llegar al nuestro destino, Cuba, la isla mágica.
El vuelo a La Habana
El vuelo hacia Cuba estaba muy lleno y las personas llevaban muchísimas cosas, tanto que estaba muy dificil obtener espacio para todas las cosas que los cubanos habían comprado en el Panamá.
Ese fue un primero detalle que nos mostró que los cubanos que tienen un poco más de dinero y también permiso para salir de la isla, pueden comprar productos en el exterior.
En ese tramo del viaje, no me acuerdo por cual motivo, nos sentamos en asientos separados, siendo que me senté en el pasillo y Jujo y Fred se sentaron unas 3 o 4 hileras de asientos más adelante.
Durante el recorrido del vuelo, empecé a hablar con una família que estaba sentada al otro lado del pasillo y supe que eran de la ciudad de Ciego de Ávila, siendo que, empezando a conocer la simpatía y la hospitalidad del pueblo cubano, me invitaron a que fuese con ellos hasta esa ciudad.
Así que llegamos hicimos los trámites en la aduana y pronto estábamos libres para visitar el país, cambiamos un poco de dinero, tanto con CUC's, la moneda con que los extranjeros pagan sus cuentas y un poco en pesos cubanos, pues Jujo nos orientó que habían tiendas en que sólo se aceptan esa moneda de los locales.
Otra curiosidad en relación al cambio de dinero es que preguntamos a un policía si en el aeropuerto tenía una cotización más desfavorable a nosotros de que en el centro de la ciudad, pues esa es una práctica común en los países que habíamos visitado anteriormente, cuando el policía nos dijo que cotización era la misma en cualquier casa de cambio de Cuba, hecho que confirmamos durante todo el viaje.
Nuestra casa y los primeros contactos con los cubanos
Salimos del aeropuerto y el táxi ya estaba aguardándonos, el conductor era un jóven gordo, que hablaba muy poco, pero que corría mucho, así es que pronto llegamos a nuestra casa, en Habana Vieja.
La señora dueña ya nos esperaba, luego nos enseño todos los detalles operacionales de la casa y se marchó.
La casa era en la verdad un departamento completo y ubicado en la planta baja, tenía dos salas, cocina, baño privado y dos habitaciones arriba.
Decidimos que Jujo, el "comandante" del viaje, se quedaría sólo en la habitación con cama matrimonio. A nosotros dos nos contempló la otra habitación con dos camas.
De pronto a Jujo y Fred no les gustó a la nuestra casa, pues para ellos el techo era muy bajo y las ventanas no abrían completamente. Para mí la casa estaba muy buena y sólo no me gustaba la ducha en donde salía muy poca água, de resto todo estaba buenísimo.
Una curiosidad en relación a nuestra hospedaje es que tan pronto arreglamos las cosas Fred empezó a comentar que había perdido algo, o la llave de la maleta, o el dinero, o alguna medicina etc, siendo que al princípio nosotros intentábamos ayudarlo, pero después de poco tiempo, discubrimos que siempre hallaba las cosas y además de no ayudarlo más, ni siqueira dábamos crédito a sus reclamos.
Al día seguinte por la mañana salimos a las calles del barrio y como no conocíamos nada, buscamos tomar el desayuno en un quiosque donde habían bocadillos y un batidos de frutas.
Encuanto, en pié en la calle, tomábamos nuestro desayuno seguimos hablando acerca de diversos temas cuando Jujo, en una clara manifestacíon política, nos dijo que en Cuba todos tenían grado escolar universitário y para nuestra sorpresa, atras de él había un mendigo que se acercaba a nosotros a pedir alguna ayuda, entonces yo le dije: "vuelva tu cabeza y atrás de ti verás un médico o quizás un ingeniero", sonreímos todos y cambiamos de tema.
Otra broma que hicimos es que en todo sítio hay paredes pintadas con mensajes con propaganda de la revolución y nosostros dijimos que cuando los Estados Unidos retomasen el control sob Cuba, habería necesidad de vária fábricas de tinta para borrar todas esas pinturas.
Esas bromas son para que quede claro que entre nosotros no había pelea acerca de las nuestras diferentes visiones de los sistemas políticos y que las diferencias serían siempre respetadas.
Los primeros recorridos por Habana Vieja
Caminamos sin destino definido por las calles de Habana Vieja y tomamos los primeros contactos con una de las ciudades más diferente de todas que ya habíamos conocido, primero en relación al pésimo mantenimiento de las edificaciones, después por la casí inexistente mención a los icónicos nombres comerciales que siempre víamos en las tiendas.
Caminando por el Barrio Chino supimos el motivo por lo cual Jujo había vetado que eligiésemos una habitación en ese local, pues era muy feo y muy malo, mientras sea muy cerca del casco histórico, separado solamente por el paseo Martí, que es una alameda peatonal y es más conocido como El Prado.
El día estaba muy caluroso y para salir del sol entramos en una tienda de artículos regionales, como a mí no me encantan las compras salí de la tienda y volví con tres cervezas españolas bién frías con el intuito de aplacar el sufrimiento generado por el calor excesivo.
Otro hecho interesante que nos sucedió en ese paseo fue el primer intento de los cubanos en vendernos los puros cubanos, cuando un negro fuerte nos llevó a una enorme escalera y arriba nos mostró los puros, que certamente eran robados o falsos.
En ese trayecto, buscamos un local para almorzar y por pura suerte encontramos un restaurante increíble, muy sofisticado, con precios muy buenos y que no era del Estado, así es que, tan pronto llegamos, ya empezamos a disfrutar de los comércios privados, pues, además de ese restaurante también conocimos un buen local privado para desauynar, donde habían bocadillos muy bién hechos y jugos preparados con diversas frutas regionales.
En un determinado día cuando estabámos tomando nuestro desayuno, conocimos el dueño con quién nos quedamos hablando un largo tiempo y por su intermédio supimos mucha cosa acerca de la política cubana, inclusive el caso más marcante fue el del General Ochoa, héroe de la pátria y que fue juzgado, condenado y ejecutado debido a su involucramiento con el trafico de narcóticos, tema que dejó Fidel Castro muy enojado, pues podría manchar mundialmente la reputación de los ideales éticos generados por la revolución popular de Cuba.
Las visitas de los amigos de Jujo
Como Jujo ya había estado en Cuba, recibimos dos visitas de de sus amigos, la más importante en nuestro viaje fue Yenes, una negra alta, muy guapa y una persona muy interesante. Ella casi todos los días iba a nuestro departamento antes de marcharse al trabajo y se quedaba hablando con nosotros de diversos temas, siendo que en un determinado día nos invitó a que fuésemos a una fiesta y yo prontamente le pregunté se había necesidad de utilizar pantalones, como me contestó que sí, luego le dije que no iría a esa fiesta. Ella intentó convercerme que era interesante, pero mantuve el pensamiento de no irme, pero después pensé mejor y como iría quedarme solo en el departamento decidi irme, siendo que ella no sabía de mí cambio de decisión y una cosa que me marcó muy fuerte fue la alegria y la sonrisa de Yenes cuando me vio bajando de la escalera de mi habitación usando pantalones, o sea, para ella fue una enorme satisfación que todos nosotros fuésemos a esa fiesta.
La fiesta fue en sítio llamado Fabrica de Arte Cubano, antigua fábrica de aceite de Vedado y era basicamente una fiesta para cubanos pues pagamos con la moneda local, mientras que habían turistas como nosotros, siendo que Fred y yo conocimos dos mexicanas que hablaban portugues, pues trabajaban con empresas de Brasil.
La idea de transformar una fábrica en un local artístico fue genial, pues habían vários salones con muchas manifestaciones de arte, tales como; danza, música, cinema, pinturas etc, siendo que nosotros mismos no nos quedamos juntos todo el tiempo pues a cada uno le gustaba más uno u otro evento.
Cerrando ese tema de la fiesta, a pesar de ser una fiesta local, Fred, con sus ojos muy analíticos observó que habían pocas personas negras, o que era una cosa a ser analisada, pues la gran parte del pueblo cubano es de negros.
La otra visita recibida fue de una pareja que nos visitó una única vez y que eran profesores de la universidad, tenían una condición económica mejor que la mayoría del pueblo, tanto que fueron visitarnos en coche.
Además de la charla con ellos haber sido muy interesante una cosa que nos marcó muy fuerte fue oír de la señora que cuando llegó a Cuba, volviendo de Itália, donde estudiaba su hijo, pensó en retrasar su reloj en sesenta anõs, siendo que la diferencia del fuso horário era de seis horas, en una clara crítica ao retraso de las cosas en Cuba.
Regla, Casablanca, los misiles soviéticos y la decisión de anticipar nuestra salida
Pensamos ir al otro lado del canal de entrada de los navios, donde había la Fortaleza de La Cabaña, que supimos después que era donde se quedaban los prisioneros de la revolución y donde Che Guevara mató muchas personas. Para tanto tomamos la barca hacia Regla y cuando allí llegamos supimos que habíamos equivocado de destino, pues la fortaleza era en Casablanca. Volviendo en la barca conocimos a un jóven y empezamos a hablar con él, que nos dio muchas informaciones acerca de la propiedad de las casas en Cuba, tanto que él había heredado la casa que era de su padre. Él también propuso vendernos algunos puros cubanos que a Jujo y Fred les pareció interesante.
Para llegar a los misiles soviéticos y a la fortaleza había que ascender una calle con una subida muy acentuada y como hacía mucho calor paramos en un local donde había un mirador con un enorme Cristo y con várias tiendas para que pudiésemos tomar algo encuanto esperábamos nuestro nuevo amigo con los puros. Como el jóven se tardó a llegar me marché pues tenía ganas de seguir el camiño. Luego que compraron los puros Jujo y Fred se marcharon y nos encontramos justamente en el local de los misiles soviéticos.
El calor era tan intenso que desistimos de conocer a la fortaleza y volvimos en táxi al centro de La Habana.
Como en nuestro plano teníamos muchas ciudades a conocer y ya habíamos visto muchas cosas en La Habana, decidimos anticipar nuestra salida, entre tanto, debíamos negociar la anticipación de la fecha del alquiler de nuestro coche, así como acordar con la dueña del departamento que iríamos salir, con la consecuencia de reducir el montante que ella debería recibir.
Primero fuimos intentar resolver el problema del coche y tuvimos suerte, pues la señora encargada del tema, además de ser muy guapa y simpática, era también muy graciosa y habló por teléfono con el otro funcionário de la locadora que estábamos tanto tiempo esperando la decisíon que uno ya estaba durmiendo e los otros dos estaban borrachos, así es que después de esperar más o menos una hora, conseguimos el cambio de fecha y ya salimos de allí con un coche chino totalmente nuevo.
El último problema a resolver sería acerca de la salida del departamento y cuando la señora llegó sentamos los cuatro en la sala y Fred tomó la frente de la negociación, entonces, como que por un encanto mágico, surgió en la habla de Fred un español perfecto, que volvió a su mente como si estuviese en Santiago de Chile, donde trabajó en el comienzo de su tareas de ingeniero, y entonces conseguimos anticipar nuestra salida.
Otros paseos antes de marcharnos hacia Varadero
Como teníamos más un día antes de que saliésemos de nuestro departamento, aprovechamos para hacer otros paseos por la ciudad y fuimos hacia el Parque Central pues en ese local tomaríamos el bus turístico.
Al esperar el bus observamos un alboroto en el centro del parque, nos acercamos y verificamos que era una discusión amistosa, entonces supimos como a los cubanos les gusta el "beisebol", que ellos llaman de pelota, pues habían más de veinte discutiendo con mucha énfasis acerca de jugadas de algun partido que recién habían visto.
En esta espera por el bus pudimos observar detalladamente la actuación de los jineteros, que como nos había dicho Jujo, era la única cosa desagradable en relación al comportamiento de los cubanos, pues como tienen muchas necesidades básicas y muy poco dinero, se acercan a los turistas y piden con insistencia que les concedan alguna ayuda y como son muchos pidiendo no es posible ayudarlos.
Al observar la actuación de los jineteros, Fred que tiene una mirada de observación muy aguda nos brindó con figura comparativa muy interesante, diciéndonos que los jineteros se parecen a surfistas pues cuando pierden una ola, salen a buscar otra, que es lo mismo que hacen los jineteros, pues cuando pierden a un turista luego buscan a otro que viene atrás.
El recorrido con el bus fue muy interesante pues pudimos constatar que La Habana, fuera del casco histórico llamado Habana Vieja, es como una ciudad del interior del Brasil, con calles tranquilas y con casas y edifícios buenos, aunque ni siempre con la pintura nueva, más siempre en bueno estado de conservación. En el bus estaban vários turistas europeos que se quedaron maravillados con la espetacular y enorme Plaza de la Revolución, local icónico y histórico en donde Fidel Castro reunía millares de personas a oír sus interminables discursos.
Por la noche fuimos a cenar en un restaurante de los locales que son denominados "Paladar". Fuimos a ese local y no al nuestro restaurante tradicional pues ese era muy cerca de nuestro departamento y marcharíamos muy temprano hacia Varadero, entre tanto, la idea no fue buena en relación a la comida, que era muy inferior a la otra y con los precios iguales, pero la charla con el negro dueño del restaurante, que compartió con nosotros la cena, y también con las mujeres que nos atendían fue muy divertida y agradable, o sea, perdimos de un lado y ganamos de otro.
Llegada a Varadero
Salimos temprano para mejor aprovechar el viaje, cruzamos el túnel de La Habana, que pasa abajo del canal de entrada de los navios hacia el puerto, seguimos tranquilos pasamos por un estádio enorme donde los equipos profesionales juegan a la pelota y luego supimos que la orientación de los destinos en las carreteras no era la que nos gustaría, pues así que empezamos el viaje hubo una bifurcación y como no había ninguna información y no sabíamos nada, de forma aleatória eligimos un lado y luego supimos que era con el recorrido más largo, pues era por el interior y no por la orilla del mar. Como para nosotros todo era novedad, seguimos adelante y disfrutamos de un paisaje fenomenal, primero por la carretera ser muy estrecha y eso nos hizo aprender a trafegar por ella, pues en las curvas solamente podría pasar un coche y habían avisos alertándonos acerca de esa regla en todas las curvas, otro punto a que el conductor debría tomar cuidado era con las bicicletas que eran en un número muy grande.
Una cosa que nos dejó maravillado y por eso paramos várias veces para fotografiar o admirar fue el color rojo muy fuerte de la tierra del suelo cubano, o que nos indicó que esa tierra era muy buena y fértil, o que pudimos comprobar cuando un poco más adelante empezamos a ver várias y enormes haciendas estatales.
Seguimos nuestro camino y llegamos a una ciudad llamada Matanzas donde hay una enorme refinería y de ahí hasta Varadero era cuestión de pocos minutos.
En Varadero buscamos un local para nuestro hospedaje, ya que no teníamos ninguna reserva, y para nuestra suerte cuando pasábamos en frente a un hotel un jóven del equipo de seguridad de ese hotel nos dijo que podría ayudarnos a buscar una habitación, que esataba muy cerca y con un buen precio. Fuimos a la casa y no era la mejor habitación del mundo, pero tenía una ubicación maravillosa pues era la segunda casa más cerca del mar, además de tener una terraza estupenda donde podríamos disfrutar de la belleza de lo color del mar del Caribe.
Cuando fuimos arreglar las condiciones comerciales de nuestro hospedaje supimos que la habitación no tenía llaves, pues el último huéspede la llevó, entonces empezamos a hablar entre nosotros acerca se debríamos quedarnos o no, entonces el jóven que nos indicó esse local nos dijo a frase mágica que dió una enorme fuerza para nuestra definición en quedarnos; "Aqui en Cuba no robamos a nadie". Como sabíamos que los cubanos no roban a los turistas y solamente roban entre ellos, entonces, teníamos por fin que tomar la decisión en donde dejaríamos las cosas de valor y la resolvemos dejándolas el coche que se quedaría aparcado en la casa.
Al otro día por la mañana el dueño de la casa, un médico, llegó con las llaves reservas.
Nos quedamos y fue la decisión más acertada que tomamos.
Salimos temprano para mejor aprovechar el viaje, cruzamos el túnel de La Habana, que pasa debajo del canal de entrada de los navios hacia el puerto, seguimos tranquilos, vimos al nuestro lado izquierdo un estádio enorme donde los equipos profesionales juegan a la pelota y luego supimos que la orientación de los destinos en las carreteras no era la que nos gustaría, pues así que empezamos el viaje hubo una bifurcación y como no había ninguna información y no sabíamos nada, de forma aleatória eligimos un lado y luego supimos que con él tendríamos el recorrido más largo, pues era por el interior y no por la orilla del mar. Como para nosotros todo era pura novedad, seguimos adelante y disfrutamos de un paisaje fenomenal, primero por la carretera ser muy estrecha y eso nos hizo aprender a trafegar por ella, pues en las curvas solamente podría pasar un coche por vez y por cierto habían muchos avisos alertándonos acerca de esa regla en todas las curvas, otro punto a que el conductor debría tomar cuidado era con las bicicletas que eran en un gran número en esa angosta carretera.
Una cosa que nos dejó maravillado y por eso paramos várias veces para fotografiar o admirar fue el color rojo muy fuerte de la tierra del suelo cubano, o que nos indicó que esa tierra era muy buena y fértil, o que pudimos comprobar cuando un poco más adelante empezamos a ver várias y enormes haciendas estatales.
Seguimos nuestro camino y llegamos a una ciudad llamada Matanzas donde hay una enorme refinería y de ahí hasta Varadero era cuestión de pocos minutos.
En Varadero buscamos un local para nuestro hospedaje, ya que no teníamos ninguna reserva, y para nuestra suerte cuando pasábamos en frente a un hotel un jóven del equipo de seguridad de ese hotel nos dijo que podría ayudarnos a buscar una habitación, que estaba muy cerca y con un buen precio. Fuimos a la casa y no era la mejor habitación del mundo, pero tenía una ubicación maravillosa pues era la segunda casa más cerca del mar, además de tener un balcón terraza estupenda donde podríamos disfrutar de toda la belleza del color del mar de Caribe.
Cuando fuimos arreglar las condiciones comerciales de nuestro hospedaje supimos que la habitación no tenía llaves, pues el último huéspede la había llevado, entonces empezamos a hablar entre nosotros acerca se debríamos quedarnos o no, entonces el jóven que nos indicó esse local nos dijo a frase mágica que dió una enorme fuerza para nuestra definición en quedarnos; "Aqui en Cuba no robamos a nadie". Como sabíamos que los cubanos no roban a los turistas y solamente roban entre ellos, entonces, para resolver de manera definitiva nuestro problema de hospedaje solamente faltaba tomar la decisión en donde dejaríamos las cosas de valor y luego la resolvemos teniendo la idea de dejarlas el coche, que se quedaría aparcado en el garage de la casa.
Al otro día por la mañana el dueño de la casa, un médico, llegó con las llaves reservas.
Nos quedamos y fue la decisión más acertada que tomamos.
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